martes, 30 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Amanece un nuevo día en Berkley Manor. Melanie, Eleanor y Victoria no van a desayunar solas esta mañana.

                     Melanie había pasado la noche inquieta.
                     La declaración de amor de Chris sonaba una y otra vez en sus oídos. Se levantó como pudo de la cama. Pensaba en lo que Chris le había confesado la tarde anterior. Aquel joven al que hacía nada que había conocido le había dicho que la amaba.
                    La doncella entró en su habitación con gesto serio. Abrió la ventana. El Sol dio de lleno en la cara a Melanie. Le habría gustado estar de nuevo en su casa, junto a su familia, en lugar de tener que enfrentarse a una declaración de amor. A aquellas horas, Anne estaría preparándose para ir a clase, a pesar de que no tenía muchas ganas de estudiar. Podía ver a la criada limpiando. Podía ver a su madre sentada en el sofá bordando. Su madre...Su insano amor hacia su marido la había destrozado. Seguro que mi padre también le dijo a mi madre que la amaba. Aquel pensamiento hirió a Melanie.
                   Sir Marcus era su padre. Pero era una especie de fantasma. Melanie apenas tenía un recuerdo de él. Nunca la miraba. Su madre le recibía con los brazos abiertos cada vez que regresaba de Londres, donde se pasaba meses y meses. Cuando estaba en casa, pasaba las horas muertas montando a caballo. Y, cuando estaba en el salón, fumaba con gesto de aburrimiento. No paraba de criticarlo todo. Tía Regina se enfadaba con él.
-Eres libre de marcharte y de no volver-le increpaba-Aquí no pintas nada.
-Mi mujer y mi hija viven aquí-le recordaba sir Marcus.
-Y nunca te preocupas por ninguna de las dos. ¡Vete y no vuelvas, miserable!
                 Melanie se lavó la cara y los brazos con el agua que vertió la doncella en la jofaina. Lo último que quería era un matrimonio sin amor. La doncella sacó un vestido de su armario. Era de color rosa pastel. Era uno de los vestidos más nuevos que Melanie tenía.
                  En la cocina, la cocinera no paraba de llorar.
                  Humphrey había entrado en la cocina para despedirse.
-Me voy-dijo-Y no pienso volver.
                   El mayordomo intentó hablar con él. Trató de hacerle entrar en razón. Pero todo fue inútil. Humphrey había hecho su maleta. Había metido algo de ropa en ella. Y se marchaba.
-¿Adónde vas a ir?-le preguntó el mayordomo.
                  Humphrey se había ido.

                   Melanie bajó al salón. Victoria y Eleanor estaban allí esperándola. Al verla entrar en el salón, Eleanor fue a su encuentro y la abrazó.
-No vamos a desayunar solas-le contó.
-¿Qué quieres decir?-inquirió Melanie.
                 Sentada en la cabecera de la mesa estaba lady Christine. Al verla, Melanie fue corriendo a darle un abrazo. Luego, se sintió avergonzada por su comportamiento impulsivo.
-Gracias...-dijo lady Christine.
                 Le cogió la mano a Melanie y le dio un cariñoso apretón.
                 Una criada sirvió el desayuno. Melanie tomó asiento al lado de Eleanor.
-Me muero de hambre-comentó Victoria.
                 La criada vertió en cuatro tazas de porcelana leche caliente. Melanie bebió un sorbo de leche. Victoria atacó con entusiasmo la tostada que había untado con mantequilla. Eleanor disimuló una sonrisa.
-Vas a explotar-indicó-Y no te va a caber ningún vestido.
-¡Cállate!-siseó Victoria.
                  Melanie no tenía ganas de bromear con nadie. Tenía la mente puesta en la declaración de amor de Chris.
                   Fue la doncella de lady Christine la que la convenció de que debía de bajar a desayunar. La duquesa no supo cómo pudo levantarse de la cama. Ni cómo llegó al salón. El vestido que llevaba puesto le estaba muy grande.
-Gracias...-dijo.
-¿Habéis dicho algo, Excelencia?-inquirió Melanie.
-Sí...He dicho gracias. Por estar aquí. Por no iros.
-No hay de qué-contestó Eleanor.
-La casa está muy vacía.
                Lady Christine suspiró.
-¿Cómo está el duque?-preguntó Victoria.
                Lady Christine no respondió. A decir verdad, no sabía nada de su marido. Y se preguntaba si quería saber de él. La muerte de Toby le había hecho ver su matrimonio de otra manera.
-Su ayudante de cámara, Humphrey, acaba de irse-le informó Melanie.



-Algo he oído-opinó lady Christine-Este lugar parece estar presa de una maldición. Niños...Bebés...
Mujeres...Todos...Todos mueren aquí.
                Aquel comentario heló la sangre de las tres jóvenes que se encontraban sentadas a la mesa.
                Melanie miró con asco su tostada.
                No podía seguir comiendo. No entendía qué estaba haciendo en aquel lugar. El silencio reinaba en toda la mansión. Era un silencio insoportable. Eleanor y Victoria intercambiaron una mirada cargada de significado.
-Me alegro de veros fuera de vuestra habitación, Excelencia-dijo Victoria.
-Toby era como un hijo para mí-admitió lady Christine-Su muerte me ha dejado un gran vacío. Y no creo que me vaya a recuperar tan fácilmente. Lo quería muchísimo.
-Nosotras sentimos vuestra pérdida, Excelencia-afirmó Melanie.
-Sois las tres muy amables-dijo lady Christine-Gracias...De verdad...Por permanecer en este lugar a pesar de todo.
-Sentimos que es nuestra obligación-dijo Melanie-Usted y su Excelencia, el duque, no están bien. Pensamos que haríamos mal en irnos.
-Todas las diversiones que había planeado se han suspendido. No tengo ganas ni de mirarme en el espejo. No sé lo que vería. Parezco una muerta.
-¡Oh, no diga eso!-exclamó Eleanor.

lunes, 29 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Espero que os guste.
Chris y Melanie están cada día que pasa más unidos. En este capítulo, Chris dará un paso más en su relación.

                          Toda la servidumbre de Berkley Manor acudió al entierro. El ama de llaves iba sumida en un profundo mutismo.
                         El sepelio se celebró en la Iglesia de Saint Agnes. Chris apareció en el Altar Mayor. En los últimos días, había enterrado a dos criaturas. No se sentía con fuerzas como para seguir adelante. Rezaba en silencio mientras caminaba. No sabía cómo mirar a Humphrey a los ojos.
                        Entonces, vio aquella figura. Se trataba de una mujer. Iba completamente vestida de negro. Estaba sentada en el último banco. Estaba sola. Un espeso velo negro cubría su rostro. Chris no podía apartar la vista de ella. Intuía quién podía ser.
                        No supo cómo, pero empezó a hablar.
                        No pensó en lo que le habían enseñado.
                         Fue su corazón el que habló por él.
                        Miró directamente a Humphrey a los ojos. Le dijo que él podía entender su dolor.
-Nadie nos puede devolver a nuestros seres queridos-afirmó Chris.
                        Humphrey tenía los ojos hinchados de tanto llorar. Pero alzó la cabeza cuando oyó algo que decía el joven vicario.
-Esas personas que queremos nunca nos abandonan del todo-aseguró Chris-Viven con nosotros. Están siempre con nosotros. En espíritu...
                       Humphrey se preguntó si Chris estaba siendo sincero con él. ¿Acaso Pamela y Andrew iban a vivir siempre a su lado?
-No podemos verlos-prosiguió Chris-Pero sí podemos sentirlos. Nadie muere del todo mientras sigamos pensando en él con amor.
                     Pensó en sus padres. Ellos no le habían abandonado. No podía verlos. Pero Chris los sentía muy cerca de él. Me entienden, pensó. Ellos se casaron por amor. Ellos entienden que yo me haya enamorado de Melanie.

                      El cementerio se quedó vacío. Humphrey se quedó un rato más allí. Miraba las tumbas donde descansaban Pamela y Andrew.
-Mañana...-le dijo a Chris, que estaba cerca de él-Abandonaré Berkley Manor. No le diré nada a Su Excelencia. Vive en otro mundo.
                    Al cabo de un rato, Humphrey abandonó el cementerio. Su paso era lento y cansado.
                    Luchaba contra los recuerdos que acudían a su mente. Unos recuerdos que le hacían demasiado daño de lo dolorosos que eran.
                    Chris se quedó solo en el cementerio. Se preguntó si había logrado su objetivo de consolar a Humphrey.
                     Entonces, vio la figura vestida de negro junto a una tumba. Movido por la curiosidad, Chris se acercó a ella. Sospechaba quién podía ser. Pero quería cerciorarse de que era ella. La joven se había puesto de rodillas junto a la tumba. Se preguntó lo que estaría haciendo. Parecía que estaba rezando. Estaba abstraída de todo. Quizás...Estaba hablando. ¿Con quién estaba hablando?
                     Chris se acercó lentamente a ella. Colocó una mano encima de su hombro y el contacto la sobresaltó. Ella se puso de pie de un salto.
-¿Melly?-inquirió Chris-¿Eres tú?
-Sí...-contestó una vocecita ténue-Soy yo.
-¿Qué estás haciendo aquí?
                     Melanie se echó para atrás el espeso velo que cubría su cara.
                     Chris pensó que estaba delante de un ser sobrenatural. Toda vestida de negro, Melanie parecía un hermoso espectro.
-Tenía que venir-se sinceró la muchacha-Pero no por Humphrey...Sino por mí...
-¿Por ti?-se extrañó Chris.
-Sí...
                  Se apartó de la tumba. Chris pudo leer lo que ponía en la lápida. Luego, vio que Melanie le hurtaba la vista. En aquel momento, entendió muchas cosas.

PETER LIVINGSTON

AMADO HIJO DE SIR MARCUS Y DE KATE LIVINGSTON. 
QUERIDO HERMANO DE MELANIE LIVINGSTON. 

1773-1777

BEBÉ LIVINGSTON

1781

          

                      Movido por un impulso, Chris abrazó con fuerza a Melanie y la besó en la frente, mientras se preguntaba el porqué guardaba tanto dolor en su corazón. 
-Mi madre perdió el bebé que esperaba cuando estaba embarazada de seis meses-le confesó.
-Me lo has contado-le recordó Chris
-Yo tenía seis años. Sabía que iba a tener un bebé. Me lo contó ella. Yo quería tener un hermanito. 
                 Chris acunó entre sus manos el rostro de Melanie y llenó de besos su cara. Deseaba borrar aquellas lágrimas que corrían por sus mejillas. 
-Lo siento muchísimo-dijo, sintiéndose un inútil.
-No llegó a nacer, pero su pérdida me duele-se sinceró Melanie-Mi madre perdió el bebé que esperaba. Y estuvo a punto de morir ella también. Y creí que me iba a volver loca. Mi padre no estaba en casa. ¡Sabe Dios dónde estaría ese miserable! Pensé que mi madre se iba a morir. Había perdido a mi hermanito. ¡No quería perder tampoco a mi madre!
                Chris volvió a abrazarla con fuerza. Melanie buscó refugio en el hombro del muchacho.
                Se separaron al cabo de un rato. Chris comprendió el porqué Melanie había acudido al entierro de Pamela y de su bebé.
-Querías despedirte de tu hermano-observó.
                Melanie asintió.
-Vengo mucho al cementerio a ver a Peter-le confió a Chris-Hablo con él. Pero no me atrevo a pensar en mi otro hermano. También era mi hermano. Aunque no llegó a nacer.
                Chris asintió.
                Melanie tocó con cariño la lápida. Sus dos hermanos estaban allí. De alguna manera, podía sentir que ellos estaban con ella. Casi podía ver a Peter corretear en la distancia. Una vez, tía Regina le dijo que Peter se parecía mucho a ella. Los dos eran rubios.
                 Chris y Melanie abandonaron el cementerio. Decidieron ir dando un paseo a pie hasta Berkley Manor.
-¿Es cierto que estás pensando en irte?-quiso saber Chris.
-No sé qué hacer-contestó Melanie-Esa mansión...Me asusta. La gente muere allí. Y no quiero que me pase eso a mí.
-No se trata de una maldición.
-Lo sé. Es pura casualidad. Pero...¡Son demasiadas desgracias en tan poco tiempo! ¿Qué piensas tú?
-Es una prueba que nos pone Dios. Tenemos que ser fuertes para superarla. Eres fuerte, Melly.



                  Melanie negó con la cabeza. Se equivoca, pensó. No era fuerte. Era débil. Estaba muerta de miedo. Ella y Chris se detuvieron. Ya habían salido del cementerio. Chris le cogió suavemente la barbilla. Le obligó a que lo mirara.
-Eres mucho más fuerte de lo que piensas-afirmó-Y te admiro. Te admiro por tu entereza. Te admiro porque eres noble de corazón. Te admiro por tu bondad. Te amo por cómo eres.
-¿Qué es lo que acabas de decir?-se asombró Melanie.
-Acabo de decir que te amo, Melly. Estoy enamorado de ti desde la primera vez que te vi. Eres un ángel que ha llegado a mi vida. Me has llenado de luz. Tú me inspiras. Me animas a seguir. Eres el aire que inunda mis pulmones. Eres el motivo por el cual mi corazón sigue latiendo. Eres mi Sol, Melanie Livingston.
                  En aquel momento, los labios de Chris se apoderaron dulcemente de los labios de Melanie. Fue un beso largo y denso. Melanie correspondió con pasión a aquel beso. Buscó alivio para su corazón en los labios de Chris. Y él deseó parar el tiempo. Permanecer unido así a Melanie. Ya le había confesado la verdad. La amaba.
                    

domingo, 28 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Después de llevarme ayer mi primer premio para este blog, retomo hoy con un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Aviso. A partir de la semana que viene, va a ocurrir algo que cambiará para siempre la relación entre Melanie y Chris. No puedo adelantar más nada.
Estad muy atentos.
Y aquí os dejo con un nuevo fragmento de Berkley Manor. Espero que os guste.

                   Melanie no pudo dormir aquella noche.
                   Una de las lavanderas se encargó de amortajar a Pamela. Le pidió a la doncella personal de lady Christine un vestido de la duquesa.
-¡No puedo darte nada!-protestó la doncella-Su Excelencia se enteraría. ¡Y me despediría de aquí sin referencias!
-Su Excelencia no se entera de nada-replicó la lavandera-Está ida.
                    La doncella accedió.
                    La lavandera vistió a Pamela con el vestido de lady Christine.
-¡Qué guapa está!-se lamentó la mujer.
                    Cepilló el pelo de la joven. Pensó que parecía una Princesa. Estaba como dormida. Antes o después, se despertaría. La lavandera ahogó un sollozo.
-¡Pobrecilla!-se lamentó-¡Qué lástima!
                    A petición de Chris, el bebé fue bautizado. Por lo que supo, Pamela no sabía qué nombre iba a ponerle. Chris decidió que se llamaría Andrew. Era el segundo nombre de su padre, que se llamaba Gerald Andrew Pemberton.
                   Bautizaron al pequeño en la cocina de la mansión. Lo vistieron con un trajecito de bebé de Toby.
-Milord todavía guarda ropa de cuando el señorito Toby era un bebé-le explicó Humphrey.
                   Aquel hombre estaba devastado por la tragedia.
                   Había perdido a Pamela. Había perdido también al bebé. No le quedaba nada.
-Me iré después del entierro-le comunicó al mayordomo.
-¿Y adónde vas a ir?-le preguntó éste.
-No lo sé. No puedo seguir en este lugar. ¡Está maldito! La gente que viene aquí muere.
-Hablas así porque la pena te hace decir esas barbaridades.
                  Humphrey negó con la cabeza. Estaba hablando de manera coherente. No iba a seguir en aquella casa por más tiempo. Ya lo había decidido. No se lo diría a lord Duncan. De todos modos, su señor no se enteraba de nada. Seguía mirando al vacío. Sin moverse. No probaba bocado desde que murió Toby. A veces, le costaba trabajo darle de comer. Se negaba a tener comida en la boca. No tardaba mucho en escupirla. Entonces, Humphrey tenía que limpiar la comida del suelo.
                La doncella de lady Christine miró hacia la cama con dosel donde dormía la duquesa de Berkley. La mujer estaba sumida en una especie de atontamiento. No parecía darse cuenta de nada de lo que pasaba a su alrededor.
              A veces, lady Christine parecía volver a la vida.
              Pedía vestirse. Sin embargo, le costaba trabajo salir de la mansión. Relacionarse con las tres invitadas que quedaban allí. Prefería estar encerrada en su habitación.
-Toby...-decía de vez en cuando.
                Su doncella se sentía impotente porque no sabía qué hacer para ayudarla.
                Por su parte, Chris permaneció a un lado en el sótano. Los criados velaban el cadáver de Pamela.  Le habían colocado en brazos al bebé.
-Yo no tuve la culpa-le dijo el ama de llaves a Chris-¡Le ruego que no piense mal de mí!
               Pero el joven vicario no podía pensar en nada. Sólo pensaba en las dos vidas que se habían perdido. Y se preguntaba, una vez más, el porqué de todo lo que estaba pasando.

                Melanie tenía unas ojeras profundas. Había tenido muchas pesadillas aquella noche. La doncella que la atendió lo vio.
-No ha dormido bien, señorita-observó.
-He pensado mucho en la pobre de Pamela-admitió Melanie. Estaba sentada en la cama-Y en el bebé...
-Ha sido una gran tragedia-suspiró la doncella. Vertió agua en la jofaina-Hoy es el entierro. A mediodía...
El vicario ha bautizado al bebé.
                 Con gesto cansado, Melanie se puso de pie. La muerte del bebé de Pamela había despertado en ella otro recuerdo que luchaba por reprimir. Cuando su madre perdió el bebé que esperaba.
-Es un buen hombre-afirmó la doncella, refiriéndose a Chris.
                 Melanie se lavó la cara y los brazos con una esponja. No se sentía con fuerzas como para asistir a un nuevo entierro. Pero se dijo que tenía que estar allí. De alguna manera, sentía que no le había dicho adiós a aquel hermano que se había ido antes de nacer. Intuía lo que iba a pasar, pensó Melanie.
-¿Cómo está lady Christine?-le preguntó a la doncella.
-Sigue igual-respondió ésta-Y lord Duncan está igual. No reaccionan ante nada.
              Le tendió una toalla a Melanie.
-Tráigame un vestido negro-le pidió a la doncella-Iré al entierro. Creo que la señorita Derrick tiene uno. Pídalo prestado. Yo...¡He de ir!
-Señorita...-se asombró la doncella-¿De verdad piensa ir a ese entierro? Perdone que me sorprenda.
-Tengo que ir. ¡Por favor! Hágame ese favor.
-De acuerdo, señorita. Lo haré.
-Se lo agradezco de veras.
                  La doncella se fue a la habitación de Eleanor para preguntarle si le prestaba a Melanie un vestido negro. Eleanor y Melanie eran de la misma talla. Eleanor tenía vestidos negros. Y le había prestado a Melanie uno de ellos el día del entierro de Toby.
                La doncella regresó al cabo de un rato. Traía el vestido. Se lo mostró a Melanie.
-Dice que sí-le contó.
-Ellie es una buena chica-afirmó Melanie.
-Pero le pide que tenga cuidado con él.
-Tendré mucho cuidado con él. No te preocupes.
               La doncella ayudó a Melanie a ponerse aquel vestido. La muchacha se sentía rara vistiendo de luto.
                Pensaba en su hermano.
                ¿Cómo se habría llamado de haber nacido? A lo mejor, le habría llamado Marcus, como su padre.
                  Se colocó el velo negro sobre la cabeza. Se asustó al verse así misma reflejada en el cristal del espejo. Parezco un fantasma, pensó. Tenía la cara muy blanca. Contrastaba con el color morado de sus ojos. La falta de sueño pesaba en ella. Respiró hondo. Adiós, susurró.

   

              Chris estaba en la sacristía de la Iglesia de Saint Agnes. Se paseaba de un lado a otro de la sacristía con nerviosismo. Los criados de Berkley Manor acababan de entrar. Habían llevado a hombros el ataúd de Agnes. El mayordomo y Humphrey habían traído entre los dos el ataúd del bebé. De Andrew... Chris volvía a sentirse mal. Sentía dolor en su estómago.
              De pronto, todo lo que había aprendido no servía de nada.
              No sirvo para esto, pensó.
               Empezó a sudar de manera profusa.
              No sirvo para ser vicario.
              La gente no viene a la Iglesia sólo a rezar.
              Viene también a ser consolada.
               Le estaba costando trabajo respirar. Le daba terror salir fuera. Le daba miedo mirar a Humphrey a los ojos. Aquel hombre buscaba consuelo. Buscaba una respuesta.
              Chris escuchó cómo su corazón empezaba a latir muy deprisa. Se dijo que no era capaz de moverse de la sacristía. Estaba actuando como un cobarde. No podía enfrentarse a Humphrey. Tenía mucho miedo.



sábado, 27 de abril de 2013

¡PRIMER PREMIO PARA "MI OTRO BLOG"!

Hola a todos.
Estoy super contenta porque ¡le han concedido un premio a este blog! ¡Sí!
Clary, la administradora del blog "Dream until your dreams come true, me ha concedido el premio Liebster Award.
La verdad es que no me esperaba este premio. ¡Estoy flipando!
Muchísimas gracias, Clary, por haber pensado en mí.
Paso a contaros un poco de qué va el premio.
1-Nombrar y agradecer el premio al blog que te lo concedió.
2-Responder a once preguntas.
3-Enumerar once cosas sobre ti.
4-Conceder el premio a once blogs con menos de 200 seguidores.
5-Formular once preguntas para que respondan los bloggers a los que les concedes el premio.
6-Visitar los blogs que han sido premiados junto con el tuyo.
7-Informar a los blogs de su premio.

Y, ahora, vienen las preguntas.
1-¿Cómo se te ocurrió crear un blog?
La historia de mis blogs es larga y vas a pensar que estoy como una cabra. ¡Y es verdad! Yo quería tener un blog, siendo sincera, porque todo el mundo tenía uno. Quería tener un sitio en el que poder subir mis escritos y poder dar a conocer mis opiniones. No pensaba ni en seguidores ni en comentarios. Pensaba en poder ser yo misma. Me he reconciliado hace poco con ese sentimiento inicial de ilusión que tenía cuando creé mi blog.
2-¿Tienes alguna manía o costumbre especial a la hora de leer un libro.
A decir verdad no tengo ninguna manía cuando leo un libro. Bueno...Sí...Suelo hojear un poquito el final. ¡Pero sólo un poquito, nada más!
3-Si tuvieras que elegir entre dos personajes del típico triángulo amoroso, ¿chico bueno o chico malo? ¿Por qué?
Chico bueno, sin duda. Un chico malo rara vez cambia. Puede atraerte el peligro y la emoción. Y, después, ¿qué? En la vida real, el chico malo no cambia y puede terminar mal. Un chico bueno te da más estabilidad. Puedes confiar en él. Puedes estar tranquila con él. Y es muy posible que acabe dándote sorpresas muy agradables. Luego, nos quejamos de que ya no quedan caballeros. Pero, casi siempre, preferimos a los malos en los libros. Un poco raro, ¿no? Es sólo mi opinión.
4-¿Cómo pasas tu tiempo libre? ¿Qué cosas o hobbies te gusta hacer?
Me gusta leer. Me gusta escribir. Me gusta ver la tele. Me gusta ir a la biblioteca. Me gusta ver a mis amigos. Tengo pocos, pero los tengo. Me gusta salir a dar un paseo. Me gusta salir durante el día. Soy más ave diurna que ave nocturna.
5-¿Cuál es tu libro o tu saga favorito?
Mi libro favorito no pertenece a ninguna saga, aunque tiene una continuación en español que todavía no ha sido traducida. Se trata de Olivia y Jai, de Rebecca Ryman. Tengo una relación muy fuerte de amor y odio con ese libro.
6-¿Qué películas recomendarías a la gente que viera?
Tengo dos películas que he visto ya varias veces y que no me canso de ver: Crueldad intolerable, con George Clooney y Catherine Z. Jones, que te partes la caja con ella por la crítica tan ácida que hace sobre el matrimonio. Y la segunda es La Edad de la Inocencia. Es una de las películas más hermosas que jamás he visto. Destila poesía y belleza en cada fotograma, además de hacer un muy buen retrato de cómo era el Nueva York a finales del siglo XIX.
7-¿Cuál es la canción más significativa para ti o con la que recuerdas los buenos tiempos?
Mamma mía, de Abba. ¡Me encanta esa canción! Habla de segundas y terceras oportunidades en el amor. ¡Además que es super pegadiza!
8-Defínete en una palabra.
Confundida.
9-Si pudieras ser un personaje de libro, ¿cuál serías?
Estelle Templewood, la prima de Olivia en Olivia y Jai. Me habría gustado conocer mejor su evolución de niña mimada a mujer madura y segura de sí misma. Creo que Rebecca Ryman se centró demasiado en el personaje de Olivia y se olvidó de todos los demás, incluido del propio Jai. Por mucho que digan, la adaptación que se hizo de la novela subsana ese error, dando su cuota de protagonismo a todos.
10-¿Qué es según tú lo más importante de tu vida ahora mismo?
Mi familia y mis amigos. Y mis historias.
11-Si pudieras irte a otro lugar, ¿adónde te irías? (mundos de fantasía y de ficción permitidos).
A las islas Chafarinas. Están en la costa de Marruecos, pero son españolas. Dicen que, a finales del siglo XIX, una de las tres islas parecía una ciudad, con su teatro, su casino, etc. Ahora, están las tres desiertas, excepto por los soldados, muy poquitos, que viven allí. Me gustaría viajar atrás en el tiempo y conocer esas islas en su época de esplendor.

Y ahora vienen las once cosas sobre mí.
1-Tengo muchas historias a medio terminar y mi prioridad es acabarlas.
2-Antes, era muy cobarde. Ahora, ya no lo soy tanto.
3-Tengo que tener una lata de Coca-Cola a mi lado mientras escribo.
4-Me muevo mejor a la hora de escribir cosas de época, lo confieso.
5-Se me da fatal escribir poesía.
6-Cuando me siento agobiada, tengo que salir a la calle y dar un paseo para que se me aclaren las ideas.
7-¡Odio corregir!
8-Estoy en paro y no tengo pareja. ¡Lo confieso!
9-Se me da fatal usar Facebook y todavía no he terminado de dominar blogger.
10-Uno de mis mayores defectos es la pereza en algunos momentos.
11-¡Adoro a Marilyn Manson! Sí, yo también creo que el actor que daba vida a Paul en Aquellos Maravillosos Años es Marilyn Manson. Y, además, Matt Groening se inspiró en dicho actor para crear a Milhouse, el mejor amigo de Bart Simpson. Y aquí está la prueba.



Marilyn Manson.



Paul, de Aquellos Maravillosos Años. 

 Milhouse Van Hutten.

Bueno, y después de este momento friki, paso a nominar a los ganadores.

1-Mamen F.
2-El último estante, de Málvary.
3-Romance al Extremo, de Amaya Evans.
4-Luna conoce mundos.
5-Quiero contarte, de Gloria L. Pena.
6-Pecados y pasiones, de D.H Araya.
7-Magia para todos, de Rosa de los Santos
8-Novelas de Justin Bieber y tú, de Mony.
9-Mi vida en Manhattan, de María Hojas de Papel.
10-Palabras de Fuego, de Seiren.
11-Qué es una dama sin su pluma, de Jennieh.

Y aquí vienen mis once preguntas:
1-¿Desde cuándo estás en blogger?
2-¿En qué te inspiras a la hora de escribir?
3-¿Cuál es tu libro favorito?
4-¿Tienes alguna manía a la hora de escribir?
5-¿Cuáles son tus aficiones favoritas?
6-¿Cuál es la película que más te ha marcado?
7-¿Cuál es tu género literario favorito?
8-¿Cuál es tu grupo musical favorito?
9-¿Sueles usar Internet a la hora de documentarte o prefieres ir a la biblioteca a pedir información?
10-¿Cómo te definirías?
11-¿Cuál es el género que menos te gusta?
Y eso es todo.
Mañana, os lo prometo, subiré un nuevo capítulo de Berkley Manor. 
Estamos en la mitad y todavía queda mucho que contar. Calculo que estará acabada, Dios mediante, para finales de mayo. Y espero poder empezar a subir otra historia a este blog.
Pero todo eso se verá el mes que viene y no quiero adelantarme a los acontecimientos.
Muchísimas gracias a Clary por haber pensado en mí a la hora de otorgarme este premio. Se lo agradezco de veras.
¡Hasta mañana!

viernes, 26 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Como se suele decir, hemos llegado a la mitad del relato. Ya falta menos para que conozcamos el desenlace del mismo. ¿Qué va a pasar entre Chris y Melanie? ¿Se verán finalmente las caras Kate y sir Marcus? ¡Sólo hay una forma de averiguarlo.

-¿De verdad piensas irte?-le preguntó Eleanor a Melanie-¿Cuándo lo has decidido?
                    Melanie, Eleanor y Victoria estaban dando un paseo por el jardín.
-No sé qué hacer-respondió Melanie-No quiero estar en este sitio. ¡Da miedo!
                    Eleanor y Victoria estaban al tanto de lo ocurrido. El carpintero había llegado a la mansión un rato antes. Se ofreció construir gratis el ataúd del bebé.
                   Humphrey intentaba, en vano, contener las lágrimas. El ama de llaves estaba desencajada. Cierto era que no había tratado bien a Pamela cuando se enteró de que estaba embarazada. Sentía fija sobre las miradas cargadas de reproche de Humphrey. ¡Pero ella no tenía la culpa de lo ocurrido!
                  ¿Por qué no lo entendía?
-Todo esto ha sido demasiado para mí-admitió Melanie-No estoy acostumbrada.
-Es normal que te sientas así-afirmó Victoria-Y nosotras te apoyamos.
-Regresaremos las tres a casa-intervino Eleanor.
                 Pamela seguía en la cama. Había pasado un día desde que dio a luz de forma prematura a su hijo y nadie era capaz de contarle que el niño había muerto. El médico, a duras penas, había podido detener la hemorragia, pero existía un grave riesgo de infección. Pamela tenía fiebre muy alta. El médico le había practicado una sangría.
-¿Cómo se atreve ese salvaje a hacerle eso a la pobrecilla?-se quejó la lavandera mientras lavaba un camisón de lady Christine.
               Uno de los mozos de cuadras estaba cerca de la lavandera mientras la mujer lavaba la ropa y la tendía, por lo que oía perfectamente sus quejas.
-Dice que ha detenido su hemorragia-dijo la lavandera. Sus ojos estaban llenos de rabia-¡Pero le causa otra hemorragia! ¿Y piensa ese inútil que se va a curar? ¡La acabará matando!
-Deja al médico-le aconsejó el mozo de cuadras-Él sabe lo que se hace.
-¡Ese idiota no sabe nada!-escupió la lavandera.
                 Restregó con rabia el camisón de lady Christine.
-No la pagues con el camisón-le indicó el mozo de cuadras.
                  La lavandera le ignoró. Estaba realmente furiosa.
                  Humphrey intentó cumplir, en la medida de lo posible, con sus obligaciones como ayudante de cámara de lord Duncan. Pero su señor estaba como ausente. Al intentar vestirle, lord Duncan se cayó al suelo. Las piernas se negaban a sostener el peso de su cuerpo. Humphrey lo levantó como pudo. Le ayudó a sentarse en la cama.
-Su Excelencia...-dijo el ayudante de cámara-Entiendo vuestro dolor. Y os compadezco. Porque a mí me ha pasado lo mismo.
-Mi hijo ha muerto-dijo lord Duncan. Sus ojos estaban vacío de toda expresión cuando se posaron sobre Humphrey-¿Lo sabías?
-Su Excelencia, yo acabo de ser padre y mi hijo, por desgracia, apenas ha vivido unas pocas horas porque nació muy mal-le contó Humphrey-Nació antes de su tiempo. No estaba bien. Ahora, él y el señorito Toby están juntos. Sé que vuestro hijo cuidará muy bien de mi hijo.
                Lord Duncan no pareció reaccionar ante aquella noticia. Se quedó mirando al vacío. Humphrey se retiró discretamente. No servía de nada hablar con el duque. Sólo quería estar solo. Y Humphrey también quería estar solo.
               Melanie, Eleanor y Victoria caminaban en silencio por el jardín.
               Las tres jóvenes pensaban en todo lo que había pasado en los últimos días. Ya había pasado una semana desde su llegada a Berkley Manor. Una semana en la que habían asistido a un velatorio. Una semana en la que sentían que la mansión se estaba convirtiendo en algo parecido a un mausoleo.
              Al menos, pensó Eleanor, tengo a Justin. De no ser por él, la chica se habría vuelto loca. Victoria miraba a su hermana. Y miraba también a Melanie. Estaba al tanto de la relación clandestina que mantenía Eleanor con Justin. Y sospechaba que Melanie debía de tener algún tipo de relación amorosa con alguien. Ignoraba con quién.
               No se atrevía a preguntarle con quién se estaba viendo. Se decía así misma que no era asunto suyo. La curiosidad era muy fuerte. Pero no era el momento adecuado para hablar de ciertos temas.



-Siempre nos quedará el viaje a Londres-afirmó Victoria.
-No tengo ganas de ir a Londres-le aseguró Eleanor-Me voy a aburrir como una ostra. Iremos al teatro. Iremos a bailes.
-Parece emocionante.
-Es aburrido.
                Melanie permaneció ajena a la conversación que mantenían las dos hermanas.
                Vio el caballo de Chris en el establo.
                El joven estaba dentro. Debía de estar hablando con Humphrey. Se preguntó de qué estarían hablando. Deseó poder estar con él. Quería verle de nuevo. Preguntarle si era capaz de enfrentarse de nuevo a un momento tan doloroso. El entierro de un niño...Chris era un chico fuerte. Pero la necesitaría a su lado. Necesitaría todo el apoyo del mundo. Y Melanie quería estar a su lado.
-Disculpadme-les dijo a sus amigas.
-¿Adónde vas tan deprisa?-inquirió Eleanor.
-Voy a ver cómo está Pamela.
                Entró dentro de la mansión. Buscó a Chris por el salón y no lo encontró. Finalmente, lo encontró en el hueco de la escalera. Humphrey estaba sentado en el hueco llorando. Chris estaba sentado a su lado.
-Si Pamela se muere, abandonaré Berkley Manor para siempre-le avisó Humphrey al joven vicario-No hay ya nada que me retenga aquí.
             Humphrey era un hombre que frisaba los cuarenta años.
             Era viudo y no tenía hijos.
              Pamela había supuesto un soplo de aire fresco en su vida.
-¿Y qué piensas hacer?-le preguntó Chris.
-Buscaré trabajo en otra parte-respondió Humphrey-Pero no voy a permanecer por más tiempo en este lugar. Su Excelencia no está bien. Está cada vez peor. Y...A veces, desearía estar muerto.
-No debes de hablar así.
-¡Es la verdad!
-Tienes que pensar en Pamela.
               En aquel momento, una de las criadas se dirigió corriendo hacia el hueco de la escalera. A punto estuvo de tropezar con Melanie.
-¡Humphrey!-chilló la mujer-¡Corre!
-¿Qué ocurre?-preguntó el aludido.
              Salió de debajo de la escalera.
              Chris, entonces, se dio cuenta de que Melanie estaba allí. La muchacha tenía fija la mirada en dirección a la cocina.
-¿Qué habrá pasado?-preguntó sin dirigirse a nadie en concreto.
-No lo sé-respondió Chris.
              El corazón les dio un vuelco a ambos. Melanie no quiso ni pensar en lo que había pasado en el sótano. Apretó los puños con desesperación. Chris se acercó más a ella. Contenía la respiración. Entonces, escuchó un grito. Procedía del sótano. Era un grito de dolor.
             Se oyó en toda la mansión. Retumbó en la mente de Melanie. La muchacha se persignó.
-No...-susurró.
              Las piernas se negaron a sostener por más tiempo el peso de su cuerpo. La oscuridad lo inundó todo.
-¡Melanie!-gritó Chris.

              La joven tardó algún rato en volver en sí.
-Melly...-escuchó una voz femenina que la llamaba.
-¡Ya despierta!-exclamó otra voz femenina.
               La cabeza de Melanie le daba vueltas. Se encontraba acostada en la cama. No sabía si estaba en su habitación o si estaba en otra habitación. Alguien le había quitado los zapatos. Miraba todo con expresión atónita. Intentaba recordar lo que le había pasado.
-¡Por fin!-exclamó una mujer de más edad.
                Le estaba dando de oler un frasquito de sales. Melanie apartó el frasquito con la mano débil. No estaba sola. Eleanor, Victoria, Chris y la doncella personal de lady Christine estaban a su lado. Miró a Chris.  Su presencia allí la confortaba. Éste le cogió la mano. Se la besó.
-Mi Bella Durmiente...-pensó.
               Se echó en cara así mismo el haber pensado eso. Melanie se había desmayado. Había ocurrido una tragedia abajo. No podía fantasear con ella. Era impropio de él. Pero quería estar a su lado. Quería cuidarla. Quería protegerla.


           
-Nos ha dado un buen susto, señorita-le hizo ver la doncella-Cuando el vicario Pemberton la cogió en brazos y la subió a su habitación, pensé que usted también. ¡Esto parece una epidemia! ¿Quién nos protege? ¡Nadie! Pero...¡Se ha despertado, señorita! Pensábamos que usted también nos había dejado. ¡Menos mal que no ha sido así!
-¿Dejado?-inquirió Melanie.
               Eleanor la ayudó a incorporarse en la cama.
-El médico está todavía en el sótano-dijo Eleanor-Si quieres, le digo que suba a verte.
-Médico...-susurró Melanie.
              Entonces, la chica recordó todo lo que había pasado. Un sollozo se escapó de su garganta. Se abrazó a Chris con desesperación. Tenía la sensación de que se estaba ahogando.
-Ya ha pasado todo, Melly-le susurró Chris-Puedes dejarlo ir.
               Melanie derramó muchas lágrimas. No sólo estaba pensando en el bebé y en Pamela. Estaba pensando también en Peter. En Toby...En su otro hermanito...Todos ellos se habían ido antes de tiempo. Y la sensación que sentía era amarga. Muy amarga.



jueves, 25 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Espero que os guste.
Aviso. Se trata de un fragmento que me ha costado mucho escribir. Es de los fragmentos más tristes que jamás he escrito. He querido ceñirme a cómo habrían pasado las cosas en realidad en esa época y he terminado llorando. Lo siento mucho.

                  La chimenea del salón estaba encendida.
-¿Funcionará?-le preguntó Melanie a Humphrey.
-Rece, señorita-le respondió el ayudante de cámara de lord Duncan-¿Es creyente?
-Sí...
-Entonces, rece. Rece mucho.
              Humphrey había colocado al bebé sobre una caja de madera. Había envuelto las botellas vacías de vino con paños. Previamente, había metido los paños en agua hirviendo.
              Al nacer, el bebé apenas había llegado a pesar el kilo. Melanie lo comparó con el hermanito que murió. Había oído decir que había pesado menos cuando salió sin vida al exterior. Al menos, este bebé se movía. Pero muy poco.
              En aquel momento, llegó Chris. Entró en el salón. Y se encontró con aquella escena. Posó la vista en el bebé. Debía de tener unas pocas horas de vida. Apenas se movía. Respiraba con mucha dificultad. No va a vivir mucho tiempo, pensó. Y sintió que se le desgarraba el corazón. Melanie pasó por al lado de Chris sin mirarle siquiera.
-Rece-repitió Humphrey. No miraba a nadie. No estaba pensando en nadie en concreto-Tan sólo rece.
-¿Y ese bebé?-preguntó Chris-¿De quién es?
-Es de Pamela. Y es mío. Bueno...Quiero pensar que es mío. Yo quiero a Pamela. Y quiero a su hijo. Podemos fundar una familia los tres.
-¿Dónde está Pamela?
-La está atendiendo el médico. No para de sangrar.
              Chris se acercó al niño. El pequeño apenas se movía. No tenía ni fuerzas para llorar. Humphrey tenía los ojos llenos de lágrimas.
-Su vida no está en nuestras manos-afirmó Chris-Depende de Dios...Pero me cuesta trabajo entender Su Voluntad en los últimos días.
               Humphrey le había estado dando calor con su cuerpo.
-¡Esto no es justo!-exclamó-¡Primero, muere el señorito Toby! Y...Ahora...
-Estás en tu derecho en clamar contra las injusticias-afirmó Chris.
                El médico abandonó el sótano. Su cara mostraba una honda preocupación. Detener la hemorragia que estaba sufriendo Pamela le estaba costando trabajo. La joven se había desmayado. Era mejor así. Humphrey decía que podía salvarle la vida al bebé. Sin embargo, el médico tenía sus dudas al respecto. Un bebé tan pequeño rara vez sobrevivía. En aquel momento, escuchó un sollozo procedente del salón. Toda la servidumbre acudió corriendo a ver qué pasaba.



                 Melanie estaba en el desván de la mansión. Permanecía escondida detrás de un baúl. Escuchaba llantos que venían de abajo.
                No le hizo falta saber qué era lo que había pasado. Oyó los sollozos de Humphrey. Y rompió a llorar con desesperación. Esta mansión está maldita, pensó. Todos los niños que viven aquí mueren.
                Entonces, alguien hizo acto de presencia en el desván.
-Melanie...-la llamó una voz juvenil y masculina. Los pasos se acercaron lenta y suavemente a ella-¿Estás ahí?
                Era Chris.
-Vete-le pidió Melanie con voz desgarrada-No quiero ver a nadie. ¡No quiero que me digas lo que ha pasado! Lo adivino.
-Lo siento mucho-se lamentó Chris-En serio...Yo...
                Se acercó poco a poco al baúl donde estaba Melanie escondida.
-Mi hermano Peter tenía cuatro años cuando murió-empezó a hablar-Y mi madre iba a tener otro bebé. Pero se murió.
               No sabía el porqué se lo había contado a Chris. El joven rodeó el baúl. Encontró a Melanie sentada en el suelo. Tenía las rodillas flexionadas.
-No lo sabía-dijo.
               Se sentó a su lado.
-He perdido a dos de mis hermanos-se sinceró Melanie-No soporto ver morir a una criatura inocente. ¡No es justo! ¿Por qué ha tenido que pasar esto?
                Chris volvió a sentir aquella vieja conocida sensación de impotencia.
                No sabía qué era lo que le podía decir a Melanie que la pudiera consolar.
-Una vez, me dijiste que Toby era un ángel-recordó Chris-Y que estaba en La Tierra de paso.
                Melanie alzó su rostro. Lo tenía bañado en lágrimas. Chris le cogió la mano.
                No podía hacer mucho por ella. Sólo quería demostrarle que estaba a su lado. Que no la iba a abandonar. Necesitaba apoyarse en ella. Los días que vendrían a continuación iban a ser muy duros para todos.



-Los padres deberían de criar a sus hijos-afirmó Chris-Deberían de estar celebrando Pamela y Humphrey el nacimiento de una nueva vida. Una esperanza...
-Esta mansión está maldita-le confió Melanie.
-¡No hables así! Dios nos pone a prueba muchas veces. Y es normal que pensemos que lo que está pasando guarda relación con Satanás. Y puede que sea así. Pero nosotros no podemos permitir que triunfe. No podemos venirnos abajo.
-Quiero irme a mi casa.
                Chris no pudo seguir escuchando por más tiempo. Abrazó con fuerza a Melanie. La muchacha lloró contra el hombro de Chris. El joven acarició su rubio cabello en desorden. Le susurró palabras de consuelo al oído. Entendía su dolor. Melanie llevaba mucho sufrimiento guardado en su interior. La besó repetidas veces en la frente.
               Se apartó apenas unos centímetros de ella. La besó en las mejillas, intentando absorber sus lágrimas. La besó en la punta de la nariz. La besó en la comisura de los labios. La besó de lleno en la boca y Melanie se aferró a aquel beso. No quería pensar. Quería tener la mente en blanco. Olvidarse de todo. Olvidar todo.
               En aquel momento, oyeron otros pasos. Alguien entraba en el desván.
-Melanie...-llamó una voz conocida. Una voz joven y femenina...-¿Estás ahí?
               Era Victoria.
               Melanie se apartó de Chris. Se puso de pie de un brinco. Chris se tumbó en el suelo en posición fetal. Lo último que quería era arruinar la reputación de Melanie.
-Estoy aquí-contestó la chica.
-Te estaba buscando-dijo Victoria.
-Pues aquí me tienes.
              Victoria frunció el ceño. Notaba a Eleanor rara. Pero es que veía que Melanie estaba igual de rara que su hermana. Aquí está pasando algo muy raro, pensó Victoria. Melanie...Eleanor...No sé lo que está ocurriendo.
-¿Has oído?-inquirió Victoria-Creo que está pasando algo abajo.
-Sé lo que es-contestó Melanie-Y no quiero verlo. Será mejor que me retire a mi habitación. Me duele la cabeza.
               Abandonó el desván. Estaba mortalmente pálida. Tenía la sensación de que todo le daba vueltas. De que le iba a estallar la cabeza. No es real, pensó Melanie. Nada de lo que está pasando aquí es real.
         

miércoles, 24 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Tras un breve parón, hoy continuamos con un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
Esta vez, nos vamos a centrar en la familia de Melanie, es decir, en su madre, en su hermana y en su tía abuela. Regina guarda información muy interesante.
¡Vamos a verlo!

                   Regina no podía conciliar el sueño desde su encuentro con sir Marcus en el jardín. No le había dicho nada a Kate. Había decidido que era mejor ocultarle aquella información. Sir Marcus había regresado sólo porque necesitaba una enfermera. Jamás se había preocupado por sus hijas. Regina contemplaba acostada en su cama el techo de su habitación. Sir Marcus no volvería a hacerle daño ni a Kate ni a las niñas. ¡Ella se encargaría de mantenerlo alejado! Regina estaba realmente furiosa. Golpeó con rabia el colchón.
               En la otra habitación, Kate tampoco podía conciliar el sueño. Paseaba por su cuarto vestida únicamente con el camisón y parecía una especie de fantasma. Tanto su cama como su mesilla de noche como el armario eran de madera de roble. Tenía un arcón floreado donde guardaba algunas de sus pertenencias más queridas. La ropa de bebé de sus hijos...Su ajuar de bodas...Kate se detuvo junto al arcón. Encima de la mesilla de noche estaba una jarra con agua. Y junto a la cama estaba la jofaina donde se lavaba todas las mañanas.
             Empiezo a olvidar a Marcus, pensó Kate. Me he dado cuenta de que no es bueno vivir obsesionada.
              Era una sensación extraña. Pero, al mismo tiempo, liberadora. Sentía que era libre. Libre del recuerdo del hombre al que tanto había amado. Pero que tanto daño le había hecho.
             Escuchó un ruido. Parecía que venía del jardín. Kate se asomó por la ventana. Apartó las cortinas, que eran de color naranja claro. Creyó ver una sombra que pasaba junto a la verja del jardín. No pudo adivinar su rostro.
             Será algún hombre que regresa a su casa tras haber estado bebiendo en la taberna, pensó Kate.
             No quería pensar en su marido. Estaba convencida de que sir Marcus tampoco pensaba en ella. Ignoraba que la sombra la había visto. Y la había estado mirando durante unos instantes.
             Sir Marcus Livingston dobló la esquina. Había visto a Kate en la ventana. A lo lejos, le había parecido que era ella. Sentía que le fallaban las fuerzas. Cada día que pasaba, se sentía más y más débil.
             Emborracharse en la taberna no le ayudaba mucho. Al día siguiente, se despertaba con resaca, pero seguía recordándolo todo. Su enfermedad...Y a su familia...
             Había pedido información a los vecinos acerca de Melanie. Y éstos le habían hablado maravillas acerca de su hija mayor. La definían como una muchacha muy dulce. Muy bonita...Algo ingenua...Pero también muy inteligente...Con unos modales exquisitos...Por lo visto, Melanie no había necesitado nunca de su padre. Y parecía que Anne iba a seguir sus pasos.
               Se daba cuenta de que nunca le había dado un abrazo a sus hijas. Jamás había paseado con ellas cogido de la mano. Tosió en cuanto entró en la posada. Se sentía cada vez peor. No había sido capaz de probar bocado durante la cena. Luego, se marchó a la taberna. Pero no podía beber, como hacía otras noches. Pensaba en Kate. Le había hecho demasiado daño. Y ella lo único que le había pedido era un poco de amor.



                La criada estaba nerviosa. Mientras limpiaba el polvo por la mañana, le comentó a Regina que había visto a un hombre merodeando por la zona. Lo definió como el hombre más apuesto que jamás había visto. Era alto. Era musculoso. Tenía el cabello de color oscuro. Su nariz era recta. Sus labios tenían un trazado que la criada definió como demoníaco. Y sus ojos eran de color gris como el acero.
-¡No le digas ni una sola palabra de esto a Kate!-le ordenó Regina, visiblemente nerviosa.
             Había adivinado que se trataba de sir Marcus.
-No le diré nada, señora-le prometió la criada.
             Kate había cambiado.
            Ya lo había advertido Regina.
             Le gustaba dar largos paseos con Anne. Pasaba mucho rato con la niña en el jardín buscando hojas para su colección. La niña le enseñaba los dibujos que hacía en el colegio. Hasta habían salido una vez de picnic. Kate estaba pensando en comprarle un caballo a sus hijas. Una yegua dócil para Melanie...Y un pony para Anne...
             Le contó una tarde a su tía sus proyectos. Lo hizo mientras estaban tomando el té.
-Has cambiado, Katie-observó Regina.
-La ausencia de Melly me ha hecho cambiar-admitió la aludida. Bebió un sorbo de su taza de té-La echo de menos.
-Antes o después, tenías que empezar a olvidar a ese hijo de perra-afirmó Regina.
-Pero no quería olvidar a Marcus. Siempre pensé que él, antes o después, volvería a mi lado. Que me pediría perdón por todo el daño que me había hecho. Pero no fue así. Nos abandonó a mí y a nuestras hijas. No puedo amarle. Ya no, tía.
-Estaba muy preocupada por ti. Me alegra ver que empiezas a olvidar. A ser libre. Ese hombre nunca te ha querido.
-Ya lo sé, tía. Pero no quería darme cuenta.
-Estabas ciega de amor.
-Ciega de amor...¡Curiosa frase!
              Kate se rió burlona. Pero tenía el rostro triste. Y Regina lo notó.

martes, 23 de abril de 2013

¡FELIZ DÍA DE SAN JORDI!

¡Hola a todos!
Hoy, se celebra el Día de San Jordi.
Todos conocemos un poco la historia de este Santo. Además de ser el patrón de Cataluña y de Inglaterra, la leyenda cuenta que salvó a una Princesa de morir a manos de un terrible dragón. A partir de esa leyenda, surgieron las historias de caballeros de brillantes armaduras que salvan a Princesas de las garras de temibles dragones.
Hoy, las parejas se hacen regalos. El hombre le regala a la mujer una rosa y la mujer le regala al hombre un libro.
Dos grandes escritores, William Shakespeare y Miguel de Cervantes, murieron tal día como hoy. De ahí que hoy sea considerado como Día del Libro, en homenaje a estos dos monstruos de la Literatura.
Así que, desde las páginas de este humilde blog, me gustaría desearos a todos vosotros un :

¡FELIZ DÍA DE SAN JORDI! 

Leed mucho. Y soñad mucho con las historias que podéis encontrar entre las páginas de un libro.



POSDATA: Mañana, si puedo, subiré un nuevo fragmento de mi relato Berkley Manor. ¡Que ya toca!

domingo, 21 de abril de 2013

¿OS ESTÁ GUSTANDO?

Hola a todos.
Hoy, me gustaría hacer un pequeño inciso.
Poco a poco, vamos conociendo a los personajes de Berkley Manor. Las cosas están avanzando mucho entre Chris y Melanie. Por eso, me gustaría haceros algunas preguntas. Es como una pequeña encuesta.
¿Os está gustando cómo avanza la historia?
¿Creéis que sobra algún personaje?
¿Qué os parece la isla de Wight como escenario?
¿Recreo bien cómo era la vida en el siglo XVIII?
Es obvio que voy a cometer algunas pifias históricas. Nadie se escapa de eso. Pero prometo mejorar en la medida de lo posible. Vuestros comentarios me llenan de ánimo. Me instan a seguir. Todavía falta algo.
Pero el final está un poquito más cerca. Gracias por estar ahí.

Una imagen de una playa en la isla de Wight, el lugar donde transcurre esta historia.
¿Verdad que es bonita la imagen?

sábado, 20 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Berkley Manor. 
¡Ya me diréis qué os parece!

                   Pamela era una de las criadas que trabajaba en la mansión. Mientras estaba fregando de rodillas el suelo del salón, sentía fija sobre sí la mirada desaprobatoria del ama de llaves. Pamela sabía el motivo de aquella mirada. 
                    Estaba soltera, pero estaba esperando un hijo. 
                    Ni el ensanchar la cintura de las faldas podía ocultar su abultado vientre. Por lo que sabía, Pamela salía de cuentas en dos meses. 
                    Se detuvo en seco porque sentía dolores en el vientre desde primera hora de la mañana. Lo había achacado a los nervios de lo ocurrido en la mansión en los últimos días. Pamela adoraba al pequeño Toby. Entendía el dolor de la pobre lady Christine. 
                   Había llegado a Berkley Manor casi al mismo tiempo que lady Christine porque había trabajado como criada para ella. Aunque rara vez cruzaban palabra, Pamela le estaba agradecida a lady Christine por no haberla despedido cuando supo que estaba esperando un hijo. Cuando la conoció, le pareció que lady Christine era una joven altiva. Pero también de mirada triste. Pamela se esforzaba en limpiar todo a fondo. Pero los dolores que sentía en su vientre iban a más. 
-¡Ay!-gimió. 
-¿Va todo bien?-preguntó el ama de llaves. 
                  Pamela negó con la cabeza porque sospechaba que algo iba mal. 
                  Tenía el cabello de color dorado. Era guapa. Tenía la piel suave al tacto. Morena, por el tiempo que había pasado trabajando en el campo cuando era una niña. Tenía la cara llena de pecas. Su nariz era pequeña y respingona. Su rostro tenía la forma de un óvalo perfecto. Sus labios eran gruesos y rojos. Y su barbilla estaba suavemente redondeada. 
                 El ama de llaves vio que algo no iba bien. 
-¡Estás sangrando!-chilló. 
                   Pamela no escuchó nada más. Cayó redonda al suelo que estaba fregando. 



                   Melanie estaba en su habitación. Estaba escribiendo una carta a su madre. De pronto, oyó jaleo. Provenía de abajo. Dejó la carta a medio escribir. Salió de la habitación. Vio que entraba el médico en el recibidor. 
                 Lady Christine, pensó. 
                 Para su sorpresa, el médico no subió arriba. 
                 El ama de llaves lo condujo hasta la cocina. Muerta de curiosidad, Melanie decidió bajar. Quería ver lo que estaba pasando.
                  La cocina tenía una puerta. La puerta conducía directamente hacia el sótano. Era el lugar donde dormía la servidumbre. Había un gran número de criados allí congregados.
-¿Qué está pasando aquí?-preguntó Melanie-¿Está alguien enfermo?
-Es Pamela, señorita-respondió la lavandera.
                Melanie trató de hacer memoria. Pamela...Recordaba haber visto a una criada que estaba embarazada. ¿Era Pamela la que se encontraba mal? ¿Ése era su nombre?
                A lo mejor, iba a nacer ya el niño.
                Era algo raro. Un niño acababa de morir. Y otro niño estaba por nacer. La vida y la muerte estaban conectadas. Aún así, aquel pensamiento le pareció descabellado a Melanie. Un niño moría y otro niño nacía. ¿Cómo podía pasar eso?
-¿Cómo está ella?-quiso saber la muchacha.
-Mal, señorita-contestó el mozo de cuadras-Mal...Algo va mal.
-¿Qué quieres decir?
                   El médico no tardó en salir.
                   Melanie asomó un poco la cabeza tras la puerta que estaba entreabierta.
                   Estuvo a punto de lanzar un grito. La cama estaba manchada de sangre. Sobre ella, yacía recostada una joven.
-¡Dios mío!-exclamó.
                  El ama de llaves permanecía al lado de la joven. No podía parar de llorar. Melanie tuvo la sensación de que algo horrible acababa de pasar. El mayordomo salió de la habitación portando una especie de paquete ensangrentado.
-Voy a enterrarlo en el jardín-anunció-No me sigáis.
                 Salió de la cocina con paso lento y cansado. Tenía el rostro descompuesto. Entonces, salió el médico.
-El bebé...-dijo la cocinera, titubeando-¿Cómo está?
-Lo siento-contestó el médico-No vivirá mucho.
                 Melanie se fijó en que llevaba un bulto en brazos. Lo llevaba tapado con una sábana.
                 Se le veía perfectamente el rostro. Era un niño.
                 Se movía muy poco. Tenía el pelo de color oscuro. Pesaba muy poco. Le recordó a un renacuajo.
                 El ayudante de cámara de lord Duncan entró en la cocina. Entonces, hizo algo que dejó atónitos a los presentes. Le arrancó al niño de los brazos del médico.
-No vivirá mucho-le comunicó el médico.
-¡Yo le haré vivir!-afirmó el ayudante de cámara de lord Duncan.
               Se llamaba Humphrey.
-¿Qué interés tienes en ese bebé?-quiso saber el doctor.
-Soy su padre-contestó Humphrey.
              La contestación dejó a todos helados. El ama de llaves no podía creer lo que estaba escuchando. Estuvo a punto de desmayarse. Pamela y Humphrey...
-¿Qué vas a hacer?-preguntó Melanie.
-Busque trapos, señorita-respondió Humphrey-Y busque botellas. Que estén vacías. Yo le daré calor.
              Apretaba al bebé contra su pecho. Estaba vivo. Melanie le oía llorar. Le costaba trabajo. Apenas podía respirar. Estaba amoratado. Y era muy pequeño. ¡Qué viva!, rezó la muchacha en silencio.
              Buscó por la cocina como una autómata las botellas vacías. Los trapos...
-Pon agua a hervir-le ordenó Humphrey a la cocinera.
                Melanie dejó las botellas encima de la mesa. No sabía lo que pensaba hacer Humphrey. ¡Ojala funcione!, pensó. Se preguntó el porqué no se había casado con Pamela. No era asunto suyo. Pero le picaba la curiosidad. Se preguntó si el niño viviría.


viernes, 19 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Berkley Manor es un poco más cortito que de costumbre.
Aún así, espero que os guste.

                    Melanie se despertó al sentir los primeros rayos de Sol sobre su cara.
                    La mansión estaba sumida en el más profundo de los silencios.
                    Tuvo una sensación parecida a la asfixia. Parecía que estaba encerrada en un mausoleo. No podía salir de allí.
                     Ahogó un grito. Odiaba el silencio.
                    Melanie a duras penas había logrado conciliar el sueño. Pensaba en el pequeño Toby. La imagen del niño en el ataúd se mezclaba en su mente con la imagen de Anne. Pero aparecía otra imagen en su cabeza. Peter...
                  Melanie permaneció un largo rato acostada en la cama. Todavía pensaba en su hermano mayor.
                  Aquel hermano al que no había llegado a conocer. Un niño que había muerto cuando sólo tenía cuatro años.
                 Su madre nunca hablaba de Peter. A decir verdad, Kate parecía no querer hablar nunca de nada. La muerte de dos de sus hijos...El desamor de su amado esposo...Todo eso había convertido a la mujer en un fantasma.
               Melanie se preguntó si Peter estaría jugando en el Cielo con Toby. Si ya se conocían.
               Y también se preguntó si ya se habían hecho buenos amigos.


                     Unos golpes en su puerta llamaron su atención. La puerta se abrió. Apareció la cabeza pelirroja de Eleanor.
-Buenos días, Melly-la saludó.
                 Entró en la habitación.
-¿Ya estás despierta?-se extrañó Melanie.
                  Eleanor se sentó en su cama.
-Hay demasiado silencio en esta casa-opinó la joven-No me gusta el silencio. Tengo la sensación de estar encerrada en un mausoleo. No oigo ninguna voz.
                Melanie se incorporó. Entendía a Eleanor. El silencio en el que estaba sumida la mansión la inquietaba.
-Es muy difícil superar la pérdida de un hijo-afirmó Melanie-Espero no tener que pasar nunca por eso. Creo que me moriría de dolor.
-No lo creo-replicó Eleanor-Eres muy fuerte, Melly. Lo que pasa es que no te has dado cuenta de ello.
               La aludida se encogió de hombros. Nunca había pensado en sí misma como una chica fuerte. A veces, deseaba salir corriendo. Quería volver a su casa. Encerrarse en su habitación. Y seguir pensando que el mundo era un lugar maravilloso en el que vivir. Pero no podía vivir encerrada eternamente. La vida era una sucesión de momentos tristes en los que se alternaban los momentos felices.
-Eres muy amable, Ellie-dijo Melanie-¿Puedes ir a avisar a la doncella, por favor? Quiero vestirme.
-Por supuesto...-contestó Eleanor.
-Gracias...
-¿Qué planes tienes para hoy? ¿Vas a salir a algún sitio?
-Poco se puede hacer aquí. Escuchar el silencio. Nada más...
               Eleanor abandonó la habitación.

-¿Estás enamorada de mí?-le preguntó Chris a Grace.
-Perdona-respondió ella-No te he entendido.
                 Grace vivía en Brook. Eran muchas las veces que Chris bajaba a este pequeño pueblo de la isla para estar con ella. En aquel momento, se encontraban dando un paseo por la bahía.
-Quiero saber si estás enamorada de mí-insistió Chris.
                La idea de estar a solas con su novio no terminaba de gustarle a Grace. En su fuero interno, no se veía casada con Chris. Él no encarnaba sus sueños románticos. No podía darle todo aquello que, en su opinión, ella merecía. Era sólo un simple vicario. Ella aspiraba a mucho más. Pero le decían que se tenía que conformar con él.
-Te quiero mucho-afirmó Grace.
-No me estás mirando a los ojos-le replicó Chris.
-¿Por qué quieres que te mire a los ojos?
-Quiero saber si estás siendo sincera conmigo. Gracie, el matrimonio es para toda la vida. Y un matrimonio tiene que basarse en la confianza. Pero también tiene que basarse en el amor mutuo. Si no estás enamorada de mí, quiero saberlo. No te estoy pidiendo mucho.
-¿Tú me quieres, Chris?
-No lo sé.
                  Aquella frase salió de su boca sin pensarla. No se arrepintió de haberla pronunciado. Porque pensaba que Grace merecía saber la verdad. No quería hacerle daño. Y porque Melanie se había colado sin darse cuenta en su corazón. Le parecía un disparate. ¡Y hacía poco que la conocía!
-No sé si estoy enamorado de ti-se sinceró Chris-Mereces saberlo, Gracie. No quiero hacerte daño. Y no quiero sufrir yo tampoco. Lo nuestro, me temo, no tiene futuro. No va a ninguna parte.
-Chris...-susurró Grace. Estaba demasiado atónita como para hablar. Se habían detenido-Yo...Te tengo mucho cariño.
-El cariño es una cosa-le recordó el joven-Y otra cosa muy distinta es el amor. Eres muy buena, Grace. Demasiado buena...Te mereces a alguien mejor.
                 Le dio un beso a Grace en la frente.
           
                      Chris dio un paseo por la cercana aldea de Brook Green. Su madre había nacido allí.
                     Sentía una cierta familiaridad al saludar a los vecinos. Algunos de ellos habían conocido a la madre de Chris. Los más ancianos recordaban haberla visto crecer.
                    Chris no sabía qué sentir en aquellos momentos. No sabía si había roto con Grace. Pero tampoco sabía si seguían siendo novios.
                   Saludó a una mujer que estaba barriendo la puerta de su casa. Lo único que sabía era que no estaba enamorado de Grace. Y era mejor acabar con aquel noviazgo cuanto antes. No llevaba a ninguna parte. Y Grace no se lo merecía.
                 No había desayunado aquella mañana. Olía a pan recién salido del horno. Olía a café recién hecho.
                 Su estómago rugió con fuerza. Decidió que volvería aquella tarde a la casa de los duques. Intentaría hablar con ellos. Y vería de nuevo a Melanie. Se preguntó cómo ella había tardado tan poco tiempo en colarse en su corazón. En su vida...
                    Un labriego que se dirigía al campo le saludó. Chris le devolvió el saludo con cierta desgana.
                  Necesitaba caminar. No pensar en nada. Intentaba no pensar en Melanie. ¡Pero su imagen volvía una y otra vez a su cabeza! Dios había puesto a aquella muchacha en su camino. ¿Por qué?, se preguntó. ¿Por qué había tenido que enamorarse de ella? ¿Enamorarse? Sí...Estaba enamorado de Melanie Livingston.

jueves, 18 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Berkley Manor, Regina va a recibir una sorpresa inesperada. Y seguiremos ahondando en la relación entre Chris y Melanie.
Aviso. Este fragmento es más largo que de costumbre. 

                        Kate leyó por enésima vez la carta que había recibido de Melanie. Se encontraba en el salón junto con Anne. La niña estaba haciendo los deberes. Kate intentaba ayudarla en la medida de lo posible. Mientras tanto, Regina decidió salir a dar un paseo por el jardín. En los últimos días, su sobrina estaba más centrada en Anne. La ausencia de Melanie pesaba como una losa sobre sus hombros. Kate se preguntaba si Melanie volvería a casa. También había llorado al conocer la noticia de la muerte de Toby. Kate intentaba recuperar el tiempo perdido con Anne. Y se preguntaba si podría recuperar el tiempo perdido también con Melanie.



                      Regina estaba contemplando las margaritas que había plantado. Le gustaban las margaritas porque eran unas flores muy bonitas, pero nada vistosas. Le recordaban mucho a ella. Su marido la comparaba con una margarita. Bonita...Pero nada ostentosa...Regina sonrió con tristeza ante aquel recuerdo. Había sido muy feliz durante su matrimonio. Cuando su marido la abrazaba, Regina se había sentido querida y protegida.
                    De pronto, se detuvo en seco. Vio una figura en el umbral de la verja del jardín. 
                     Fue hacia aquella figura a toda prisa. Reconocía a quién pertenecía. Su rostro se contrajo en un rictus de rabia. 
                    No dijo nada. Le dio un fuerte bofetón nada más llegar a su altura. 
-¿Qué está haciendo aquí?-le increpó. 
                   Sir Marcus Livingston se esperaba aquel recibimiento por parte de la tía de su mujer. 
-He venido a ver a Katie-contestó. 
-¡Aquí no se le ha perdido nada!-le espetó Regina-¡Márchese! Lo último que necesita mi sobrina es verle. 
-Entiendo que Katie no quiera saber nada de mí. Pero...¿Y mis hijas?
-¿Sus hijas? Perdone que me ría. Melly y Annie no son sus hijas. Usted las abandonó hace años. No lo necesitan. Se han criado perfectamente sin un padre. ¡Y así va a seguir siendo!
-Me imagino que Melanie estará hecha una mujer. Y será hermosa. Anne tiene ya diez años. Espero que sea aplicada en sus estudios. 
-¡Largo! ¡O empezaré a gritar!
                Regina se dio cuenta de que sir Marcus estaba más delgado que cuando le conoció. Tenía el rostro demacrado. El hombre imponente que había sido una vez parecía haberse reducido a ser una mera piltrafa humana. Sir Marcus era consciente de la gravedad de su estado. No pedía volver al lado de Kate. 
                Se estaba muriendo. Necesitaba morir en paz. Necesitaba saber que Kate le perdonaba. Y quería ver por última vez a sus hijas antes de morir. 
-Señora...-susurró-No lo entiende. 
-¿Qué espera que entienda? Abandonó a su familia sólo porque ya no necesitaba a mi sobrina. Sepa que Katie ha empezado a olvidarle.
                Sir Marcus sabía que, antes o después, Kate acabaría olvidándole. Después de todo, era consciente de que se había portado con ella como un cerdo. El médico había sido demasiado claro con él. Se le estaba agotando el tiempo.
-¿Cómo están mis hijas?-quiso saber.
-Sus hijas están muy bien sin saber nada de usted-contestó Regina.
-Entiendo.
                 Sir Marcus se preguntó si Regina estaba siendo sincera.
-¿Dónde están ahora?-volvió a preguntar-¿Puedo verlas?
-¡No!-respondió Regina. Estaba empezando a enfurecerse. Ya estaba furiosa-¡Largo! ¡O no respondo de mí!
                 Sir Marcus comprendió que no iba a lograr ver a sus hijas así como así.
                Entendía a Regina.
                  No había sido un buen padre para Melanie y para Anne.
-Señora...-dijo-¿Puedo pedirle un favor? Háblele a mis hijas de mí. Yo...
                 No pudo seguir hablando. Se dio media vuelta. Abandonó el jardín.
                 Regina apretó los puños con rabia. ¿Por qué demonios había vuelto Marcus a la isla? ¿Qué era lo que buscaba?
                 Le había visto muy desmejorado. Pero Regina no se iba a compadecer de él. Kate había derramado muchas lágrimas por culpa de aquel miserable. ¿Dónde había estado cuando Melanie caía enferma? ¿Dónde había estado cuando a Anne le salió su primer diente?
               No iba a lamentar su muerte. De hecho, le deseaba todo lo peor. ¡Se lo merecía!
               Dio media vuelta. Decidió que Kate no debía de saber nada.

               Sir Marcus regresó a la posada donde se hospedaba. Le dolía el bofetón que había recibido de Regina.
               Si tenía que ser sincero, se merecía aquel bofetón.
               Estaba cansado.
               Se sentía cansado. Le quedaba poco tiempo de vida. Tenía que aprovechar para reconciliarse con su pasado.
               No iba a volver con Kate. Nunca la había amado. Y le había hecho demasiado daño.
              Entró en la pequeña habitación en la que se hospedaba.
              Se dejó caer en el estrecho camastro que había allí.
             Sir Marcus no pedía mucho.
              No pedía, ni siquiera, una segunda oportunidad. Era consciente de que no la merecía.
             Lo único que pedía era perdón. Quería morir en paz.
            Necesitaba el perdón de Kate para morir tranquilo. Y necesitaba ver por última vez a sus hijas. ¡Ni siquiera había pensado en ellas!
              Una lágrima rodó por su mejilla. Se acordaba de Peter, el hijo que tuvo con Kate. Su primogénito...Había muerto. Se reuniría con él.
              No había sido un buen padre para ninguno de sus hijos. Ni siquiera para Peter...Sentía que el único culpable de su muerte era él.
               Se acordaba de que Melanie tenía el pelo rizado cuando era una niña. Lo llevaba siempre suelto y flotaba al viento. Sir Marcus sonrió al pensar en su hija mayor. Melanie había sido una niña tranquila y decorosa. No hacía ninguna travesura. Nunca tuvo que reñirle. Luego, pensó que apenas había hablado con ella. Pensó que Melanie habría crecido y que su niña de pelo rubio rizado se habría convertido en una hermosa jovencita. También pensó en Anne. Su hija menor era un bebé rollizo que siempre estaba llorando, reclamando su atención. Una atención que sir Marcus no le brindó. Sintió cómo algo se rompía en su interior.
               Un sollozo se escapó de su garganta al pensar en todo lo que se había perdido.
               No había ayudado nunca a Melanie a hacer los deberes. Se había perdido los primeros pasos de Anne. No había estado al lado de sus hijas cuando éstas estaban enfermas. Anne...Melanie...Debería de estar pensando en buscarle un marido a Melanie. ¡No tendría que estar escondido en una posada!
               Recordaba haber visto a Kate cepillarle el pelo a Melanie cuando ésta era una niña. Diez años habían pasado desde el día en que se despidió de Kate. Había estado divirtiéndose en Londres. Se había reído de las cartas de amor llenas de desesperación que le había mandado su mujer. Sólo para regresar a la isla de Wight enfermo. Avejentado...Se sintió terriblemente solo.

                 Melanie era de estatura baja. Cuando Chris la miraba, se sentía como un gigante al lado de un gnomo. Grace era de estatura mediana más bien. Él, en cambio, era más alto.
               Se encontraban en el salón. Eleanor, Victoria y Melanie estaban bordando. Se habían traído sus útiles de bordar. De aquella manera, pasaban los días.
              De vez en cuando, la mirada de Chris se encontraba con la mirada de Melanie. Tiene unos ojos preciosos, pensaba. Unos ojos de color azul como el cielo...Sus pestañas delicadas parpadeaban mientras posaba la vista en el bordado. Se había recogido su rubio cabello en un moño. Y llevaba aquel moño oculto tras una cofia. Pensaba en los ojos de Grace. Se esforzaba por pensar en Grace.
-¿Cómo está lady Christine?-le preguntó a Eleanor.
-Sigue sin querer salir de su habitación-respondió la joven.
                 Melanie alzó el rostro para mirarle y esbozó una sonrisa. Chris la había saludado aquella mañana con un beso en la mano. Eleanor les miró con las cejas arqueadas. Melanie tenía una boca delicada. Una boca sonrosada...Una boca que Chris deseaba volver a besar.
                De alguna manera, Melanie estaba aprendiendo todo lo que necesitaba saber en el arte del coqueteo.    
-¿Y cómo está lord Duncan?-volvió a preguntar Chris.
                 Melanie sabía cómo sonreír sin ser vista y cómo parpadear de un modo que resultaba encantador. Tenía unas orejas diminutas. Llevaba puestos unos pendientes discretos. No había ningún adorno en ella. No existía ningún artificio en ella y eso era lo que la hacía más atrayente.
-Tampoco quiere salir de su habitación-respondió Victoria.
-¿Ha venido para hablar con ellos?-inquirió Eleanor.
-No sé qué más decirles-contestó Chris.
-Piense un poco-intervino Melanie-Utilice su corazón. No use la cabeza. Pensó con el corazón cuando abrazó a lady Christine en la Iglesia. ¿Se acuerda? Actúe como hizo aquel día.
-Cualquier cosa que diga, sonará vacía.
-No puede sonar vacío algo que salga del corazón. Las palabras vacías son las que se lleva el viento. Cuando una palabra se pronuncia con el corazón, nunca desaparece.


     
                 Chris pensó que Melanie tenía razón.
                ¿Y qué les puedo decir?, se preguntó.
               Siguió mirando a Melanie. Sus dedos eran delicados. Se movían con gracia mientras bordaba aquel mantel. Era incapaz de apartar la vista de ella. La falda de flores de Melanie ocultaba sus pies. Chris no sabía adónde iba a conducir aquella relación. Recordaba el beso que se habían dado en el recibidor el día antes.
               Intentaba pensar en Grace. Pero no podía sacarse a Melanie de la mente. Aquel beso bajo la luz de la Luna...
              Se puso de pie.
-¿Ya se va?-inquirió Melanie.
-Me tengo que ir-contestó Chris-He de prepararme para el Ángelus. Algunos vecinos acuden a la Iglesia a rezar. No puedo entretenerme.
-¿Vendrá mañana?
-Eso espero.
               Chris besó a las tres jóvenes en la mano.
               No quiso mirar a Melanie a los ojos.
               Tenía miedo de verse reflejado en aquellos ojos de mirada limpia. Se sentía culpable por estar engañando a Grace. Pero no quería renunciar a Melanie. 

miércoles, 17 de abril de 2013

BERKLEY MANOR (EDITADO)

Hola a todos.
El fragmento de hoy de Berkley Manor es un poco más alegre que el de ayer. Espero que os guste.

                    Victoria se asomó tras los cristales de la ventana de la habitación que tenía asignada.
                     Eleanor tenía que dormir en otra habitación.
                     Era una situación nueva para las dos hermanas.
                     Compartían habitación en su casa. Pero, en aquel lugar desconocido, tenían que dormir separadas. Victoria tenía unas profundas ojeras alrededor de sus ojos.
                     Era la primera vez que dormía fuera de casa. No me acostumbraré nunca, pensó Victoria.
                     Pensar en Londres no terminaba de gustarle.
                     Victoria no pensaba regresar a su casa sin su hermana. Pero Eleanor había decidido quedarse. Y Victoria se sentía incómoda en aquella gran mansión donde reinaba el silencio.
                     Vio al cochero de sus padres, Justin, en el jardín.
                     Hacía algunos meses que había empezado a trabajar para ellos.
                     Se trataba de un joven que era apenas un par de años mayor que Eleanor. No se le conocían aventuras amorosas. Cumplía con su trabajo con la mayor de las discreciones.
                     Victoria se fijó en que Justin estaba dando vueltas por el jardín. Parecía que estaba esperando a alguien. Se preguntó si tendría alguna amante entre la servidumbre de Berkley Manor. Lo dudaba.
                    Victoria vio cómo su hermana Eleanor se acercaba corriendo hasta el lugar donde estaba Justin. Victoria no podía creerse lo que vio a continuación. Eleanor y Justin se fundieron en un apasionado beso.
                      Victoria se apartó a toda prisa de la ventana.
                       ¿Acaso Eleanor y Justin eran amantes?, se preguntó. Empezó a pasearse de un lado a otro de la habitación con nerviosismo. Victoria no se había dado cuenta de nada. Luego, recordó que Eleanor nunca le contaba nada. Todo lo que le pasaba se lo guardaba para sí.
                      Victoria se dejó caer en la cama. ¿Qué tengo que hacer?, se preguntó así misma. ¿Hablo con Ellie? ¿Lograré que se sincere conmigo?



                      En aquel momento, alguien llamó a la puerta. Victoria fue a abrir. Era Melanie.
-Hola, Vicky-la saludó.
                     Victoria no le devolvió el saludo.
                     Acababa de levantarse. Había pasado una noche realmente mala. Había sufrido muchas pesadillas. La cercanía de la Muerte la asustaba. Le recordaba su propia mortalidad.
                    Victoria llevaba puesto tan sólo el camisón. Se puso una bata encima de él. Melanie empezó a parlotear.
-¿Cómo has pasado la noche?-le preguntó.
-Mal...-respondió Victoria.
                   Se cepilló su pelo rojo. Lo llevaba suelto y caía por su espalda como una llamarada.
                   Se recogió el pelo en una trenza.
-Algo así me ha contado Eleanor-dijo Melanie.
-¿La has visto?-inquirió Victoria.
-He desayunado con ella. Después, la he visto salir. Supongo que estará dando un paseo por el jardín.
-Supones bien.
                   Melanie se sentó en la cama revuelta. No entendía lo que Victoria quería decirle. Se preguntó si ella y Eleanor habían discutido. Melanie no recordaba haberse peleado nunca con Anne. Las dos se llevaban muy bien. Tenían caracteres muy opuestos. Anne era todo un torbellino. En cambio, Melanie era más tranquila. Pero se querían mucho. Estaban muy unidas.
-¿Qué piensas hacer hoy?-le preguntó a Victoria.
-Supongo que quedarme todo el día encerrada en mi habitación-respondió la joven-¿Qué otra cosa se puede hacer si no? No hay cacerías. No hay bailes.
                Victoria se acercó a Melanie. Ésta le cogió la mano.
                Victoria decidió vestirse. Ella y Melanie saldrían a dar un paseo por el jardín. A lo mejor, con un poco de suerte, veían a Eleanor. Victoria se encargaría, entonces, de hablar con ella.
-Voy a avisar a la doncella-le comentó a Melanie-Espérame en el pasillo. Daremos un paseo.

                    La doncella que Victoria y Eleanor tenían asignada entró en la habitación.
-Quiero vestirme-dijo Victoria.
                    Melanie salió al pasillo. La doncella entró en la habitación.
                    Melanie se dedicó a dar un paseo por el pasillo. Vio que la puerta de la habitación de lord Duncan estaba entreabierta.
                    Sin hacer el menor ruido, Melanie se aproximó a la habitación.
                    No quiso entrar. La habitación de lord Duncan estaba sumida en la penumbra. El ayudante de cámara del duque se había marchado. Melanie divisó la figura de lord Duncan. Estaba sentado en el filo de la cama. Parecía que estaba mirando el vacío. Aquel hombre estaba destrozado. Sus hombros estaban caídos. Sujetaba la cabeza entre sus manos. Parecía sentir todo el peso del mundo sobre sus hombros. Melanie sintió pena por él. Había sufrido la peor de las pérdidas.
                   En aquel momento, Victoria salió de la habitación. Llevaba puesto un vestido de color azul. Muy parecido al vestido que llevaba puesto Melanie.
                  Las dos chicas salieron al jardín.
-Hace un Sol espléndido-comentó Melanie.
-Resulta raro ver el Sol por estos lares-opinó Victoria-Inglaterra es el país más triste del mundo.
                  Empezaron a caminar. El jardín de los duques era inmenso. Melanie pensó que cualquiera podría perderse en él. Victoria se puso tensa. También había pensado lo mismo que Melanie. Se preguntó si Eleanor era consciente de lo que hacía. ¿Cómo se le ocurría fijarse en el cochero? ¿Acaso no se preocupaba por mantener intacta su reputación?
-Annie estaría encantada de estar aquí-afirmó Melanie-Le gusta coleccionar hojas. Tiene un libro donde las coloca.
-Nunca he coleccionado nada-admitió Victoria.
-A mí tampoco me ha dado por coleccionar nada. Pero ayudo a Annie a aumentar su colección de hojas.
                 La conversación que estaban manteniendo era estúpida.



                     Melanie se preguntó si podía hablar con Victoria acerca de Chris. Pero la chica era más joven que ella.
                    La experiencia de Victoria en las lides del cortejo era prácticamente nula. Apenas estaba aprendiendo a coquetear. Quería aprender a sonreír. A ocultar su sonrisa detrás de un abanico. Qué gestos podían volver locos a los hombres. Pero tampoco quería convertirse en la ramera de nadie. Pensaba en hacer un buen matrimonio. Sin embargo, la idea del matrimonio todavía no le atraía. Se veía demasiado joven como para casarse. Demasiado joven como para tener hijos.
-Me pregunto dónde se habrá metido Ellie-dijo en voz alta-Y si estará bien.
-No creo que haya salido del jardín-opinó Melanie-A lo mejor, ha vuelto a meterse dentro.
-Me preocupa que pueda echar a perder su reputación.
-¡Oh, Vicky! ¡Cualquiera diría que tú eres la hermana mayor! Y es al revés. Ellie es la hermana mayor.
-Lo sé.
                    Melanie sonrió. Necesitaba sonreír. Y las ocurrencias de Victoria la animaban. Por supuesto, ignoraba que la chica estaba hablando en serio. Una cosa era coquetear. Y otra cosa muy distinta era echar a perder la reputación. ¿Acaso Eleanor ya no era virgen?
                    No se atrevía a sincerarse con Melanie. Le inquietaba saber qué era lo que opinaba.
                    A lo mejor, pensaba que Eleanor era una cualquiera. Su hermana iba a ser presentada en sociedad. No era el momento de dejarse llevar por fantasías románticas. Victoria vivía con los pies en La Tierra. Se preguntó si Melanie pensaría lo mismo que ella.
-Melly, me gustaría hacerte una pregunta-se decidió-¿Tú te casarías por amor? ¿O buscarías un buen marido? Quiero decir, alguien con dinero. Con tierras...Con un título...
-Yo pienso que el amor tiene que serlo todo en esta vida-se sinceró Melanie-Quiero casarme con un hombre que me ame. Y al que yo ame. Mi madre fue muy desgraciada en su matrimonio con mi padre. No quiero que me pase a mí lo mismo.
-Y si ese hombre fuera más pobre que las ratas. ¿Te casarías con él?
                  Melanie asintió con vehemencia.
                  Victoria se quedó sin habla. Por lo visto, Melanie era de la misma opinión que Eleanor. Casarse por amor.
                   ¿Acaso se habían vuelto locas? ¡El amor no lo era todo en esta vida!
-Prefiero vivir feliz en la calle al lado de él que vivir en una gran mansión rodeada de lujos, pero infeliz-afirmó Melanie.
-El matrimonio es mucho más que el amor-replicó Victoria.
-¿Tú quieres casarte sin amor?
-Quiero vivir tranquila. Quiero que mi marido pueda mantenerme. Quiero vivir bien. Con lujos...Y un marido te pide muy poco. Que hagas la vista gorda cuando cometa algún pecadillo. Y que le des hijos varones. Me parece un precio demasiado bajo para una vida llena de lujo y de comodidades. ¿No crees?
-No podría perdonar que mi marido me fuera infiel. Lo he visto en el matrimonio de mis padres. No me gusta. Quiero que mi marido me ame. Que me mire sólo a mí. Los lujos son algo que no necesito. Vivo sin lujos. Y soy feliz.